¿Siempre que se avería tu coche piensas que es por desgaste de alguna pieza o porque ha salido defectuoso de fábrica? La verdad es que los conductores también somos responsables directos e inconscientes de muchas averías del coche.
Sin darnos cuenta cometemos muchas negligencias al volante, que pueden acabar teniendo consecuencias sobre el desgaste de las piezas y el rendimiento del automóvil, que se consideran fruto del mal uso del conductor y no causa de un siniestro o defecto de fabricación.
Las averías propias del uso del automóvil
Los fabricantes de coches calculan que solo deberíamos visitar el taller mecánico la mitad de veces que lo hacemos, y en la mayor parte de ocasiones para realizar tareas de mantenimiento destinadas a mejorar la vida del vehículo.
De hecho, lo normal es que nos acerquemos al taller para solucionar averías originadas por un importante desgaste de las piezas a partir de los 126.000 kilómetros, y que a partir de los 131.000 kilómetros nos encontremos con problemas en el coche realmente más complejos.
Las averías que podemos evitar
Ser conscientes de lo que hacemos mientras estamos conduciendo nos ayudará a evitar ciertas averías, con su correspondiente importe de la reparación en el taller y las consecuencias de no poder disponer de nuestro vehículo durante ese tiempo.
Uno de los fallos más fáciles de evitar, pero que se producen más habitualmente, es el de equivocarnos al repostar. Echar gasolina a un coche diesel implica tener que vaciar el depósito y limpiar los filtros. Y esta es la consecuencia menos grave, porque si no nos damos cuenta y arrancamos el coche se pueden producir diversos fallos en la mecánica.
El uso de aditivos incorrectos puede provocar también una avería injustificada al coche. Debemos ser conscientes de que los chips de potencia no funcionan bien en todos los casos y, de hecho, pueden provocar problemas mecánicos. Por lo tanto, es esencial que nos informemos bien antes de usarlos.
Siguiendo con el uso inadecuado de productos en el coche, no podemos olvidarnos nunca de que la falta de anticongelante puede acabar provocando la ruptura de los manguitos del coche al congelarse el agua. ¿La solución? Usar anticongelante de uso directo y, sobre todo, recordar cuándo debemos cambiarlo para asegurarnos de está en perfecto estado.
Un consejo final: la necesidad ineludible de acudir a las revisiones de mantenimiento recomendadas por el fabricante del coche. No hacerlo puede provocar la anulación de ciertas garantías o la aparición de averías caras y complicadas de solucionar.
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